Los beneficios del Piropo; Por Graciela Fernandez
Hace casi ocho siglos, según cuenta la historia, los honorables miembros de la corte real no se permitían desbordar las pasiones. Esa era una conducta del vulgo. Su alternativa, entonces, era enamorar con las palabras seductoras y filiales, que "declaraban con firmeza su amor en este mundo y sino, en el otro".
Nos podemos remontar también, a las argucias de Júpiter, el máximo dios del Olimpo Romano, que tuvo que convertirse en hormiga para convencer de su amor a una esquiva damisela de la época.
Así, los cortesanos de los siglos XII y XIII se convirtieron en unos encantadores de mujeres, dentro de las restricciones propias de su mundo y su cultura, para poder enamorar y consumar su amor.Desde entonces, se dice que "la mujer se enamora por los oídos", como los hombres "por los ojos", ¿Será tan así?...LOS EFECTOS TERAPÉUTICOS DEL PIROPO...
Hace unos días caminaba rumiando mis pensamientos como quien mastica vidrio y buscando algo parecido a un centímetro de sombra, cuando al doblar una esquina me crucé con un hombre que me dijo un piropo. Primero desfruncí el ceño, que chirrió como una bisagra oxidada porque hacía un largo rato que lo tenía fruncido. Después estiré la espalda, sonreí, y dándome vuelta busqué al gentil caballero para darle las gracias, cosa que suelo hacer, indefectiblemente, cuando me dicen un piropo. Pero hete aquí que no lo había mirado, y si lo había mirado no lo había visto, y por lo tanto no pude identificarlo. Menos mal, porque de la gratitud hubiera sido capaz de abalanzarme sobre él, colgármele del cuello, hacer de cuenta que era Antonio Banderas y arrancarle la ropa a mordiscos en plena calle.Con el ceño desfruncido y una sonrisa que llamaba la atención entre tantas caras largas, seguí mi camino meditando sobre los efectos terapéuticos del piropo y sus posibles aplicaciones contra el bajón psicofísico que está diezmando a los argentinos.
Llegué a la conclusión de que, en el caso de las mujeres, este mal podría curarse de raíz con una dosis diaria de...
( Texto de Graciela Fernandez; Argentina. Gracias por permitirme usarlo)
Continua....
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